jueves, 6 de diciembre de 2012



Ricardo Aricapa Ardila

(Nació en caldas en el año 1956)  estudió en la universidad de Antioquia comunicación social y periodismo en el año 1983. Ha trabajado como periodista en varios medios, Radio Caracol, El Mundo, El Colombiano y la revista Semana. Además fue director de Comunicaciones de la Alcaldía de Medellín (2001- 2002).
En su experiencia laboral, Ricardo Aricapa  se desempeña por el campo de las comunicaciones, el reporterismo, las crónicas periodistas y la publicidad. Para el año 1986 ganó el premio Nacional de periodismo RESIDA y en 1988 ganó Premio de periodismo Simón Bolívar, categoría televisión regional, Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB - de 1988.
Aricapa ha publicado 1993 “El libro del agua”, “Historias de mi estación - Metro de Medellín” (1995), “La historia de la aerolínea ACES” (1996), “Medellín es así, crónicas y reportajes” (1998), “Fotoreporter - Perfil periodístico del reportero gráfico Carlos Rodríguez” (1999), “La persistencia de las ideas - 70 años de la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia” (2005) y “Comuna 13, crónica de una guerra urbana” (2005).




"Medellín es así"

Medellín  es así” crónicas y reportajes del escritor antioqueño  Ricardo Aricapa, periodista y egresado de la facultad de comunicaciones de la Universidad de Antioquia en el año 1983. El libro “Medellín es así” está compuesto por una serie de crónicas y reportajes  que relatan los diversos acontecimientos que marcaron la historia de Medellín para  la década de los 80 y los 90.
El eje principal es la ciudad de Medellín, el cual relata una realidad inevitable  que describe una serie de situaciones marcadas por la violencia, el narcotráfico, las milicias,  la prostitución, la falta de oportunidades y la pobreza en los barrios marginales.  Estas historias  pertenecen a una serie de personajes ubicados en los barrios más populares del nororiente de Medellín como; Lovaina, Manrique, Villatina, entre otros. Y que tuvieron repercusión en los barrios estrato medio-alto pero que cayeron en crisis por las diversas falencias económicas sufridas para la fecha.
La década de los 80 y los 90 estuvo cargada de una   serie de problemáticas  selladas  por la seducción del narcotráfico y las milicias. Los jóvenes que no cantaban con un estado socioeconómico alto  se dejaban seducir por el vandalismo con fines de  conseguir dinero para satisfacer sus necesidades diarias y colaborar para el sustento del hogar.  Los jóvenes que solo vieron como alternativa la violencia para salir de la pobreza, no solo generó la muerte de otras persona  sino que abrió  despaciosamente el camino hacia el cementerio, quitando la oportunidad de conseguir una vida cargada de posibilidades para la construcción de un futuro digno y mejor. Así como Pablo García, fundador de las milicias populares en la ciudad de Medellín y un sin número de travestís que recurrieron a los grupos armados para poder subsistir.
Sin embargo,  muchas de estas historias recopiladas tienen un final feliz, muchos de ellos optaron por generar alternativas  de cambio  con fin de terminar con dichas  problemáticas sociales que acababan directamente con la estabilidad emocional de cada uno y cerraba de cierta manera la posibilidad de visualizar un futuro mejor.
En el último capítulo  Aricapa hace una recopilación de una serie de  crónicas y reportajes.  No directamente con los personajes involucrados con la violencia armada, sino con los familiares y testigos que dan cuenta de  los hechos relacionados con la violencia de los 90.
“Medellín es así”, un libro que no solo por su gran contenido entretiene el lector, sino que refleja de una u otra manera las diversas realidades de más de un antioqueño   que recurrió a las trampas de la violencia para poder subsistir y acabar con las falencias económicas.



Diario de un chalupero en Puerto Berrío


Era lunes por la mañana, uno de esos días en los que Puerto Berrío amanecía más caliente que de costumbre, no faltó abrir los ojos para darme cuenta que los luminosos rayos del sol entrarían directamente por la ventana trasera de la casa de Doña Gloria, a dispersar y acabar con el sueño. Al despertar sentía el cuerpo pegajoso y sudoroso, solo hasta que el dócil chorro de agua fría bajaba despaciosamente por las siluetas de mi cuerpo, lástima que dicha sensación solo duró hasta que salí del baño, no faltó sino contar hasta cinco, para darme cuenta que el calor secó de un instante las pocas gotas de agua fría que quedaban en mi cuerpo. Me puse lo más cómoda posible, cogí mi bolso, mi herramienta de trabajo (la cámara), y me despedí de María Clara, colega de la universidad Minuto de Dios e hija de Doña Gloria, señora que prestó la casa en Grecia para disponer de las actividades en Puerto Berrío. Luego, mis compañeras y yo nos dirigimos hacia al puerto con la esperanza de montar en chalupa, pero lejos de imaginar que encontraría en mi camino la historia de Don Jesús Alberto, un chalupero de aproximadamente 56 años que día a día trabaja para conseguir el sustento diario del hogar. Mientras apreciaba el lugar y disfrutaba del paisaje en el Puerto, percibí a lo lejos una canoa de aproximadamente dos metros y medio que estaba a punto de despegar, allí se encontraba Jesús, sentado y disfrutando de dos pedazos de carne, una gran porción de arroz y unas tajadas de plátano que seguramente antes de salir al trabajo su esposa le preparó. Fui directamente hacia la canoa, con poco de miedo sobrepasé una tabla extendida horizontalmente que daba paso a las puntas traseras de la canoa. ¿Buenos días negra qué se le ofrece?, fueron las primeras palabras de Don Jesús, con la boca llena, coca y cuchara en mano, así que me le acerqué y entablamos una excelente conversación. Hombre de contextura gruesa, piel oscura, facción brusca y desaliñada luce Don Jesús, una persona cargada de muy buenas historias, de necesidades, triunfos, decepciones, de dichas y desdichas. Mientras las olas del Magdalena movían de allí para acá la canoa, yo me divertía escuchando la historia de Don Jesús, porque a pesar que es la historia más de un colombiano, tiene su esencia en particular, no solo por su trayecto de vida sino por las ganas de salir adelante a pesar de la competencia y la escasez de trabajo en el Magdalena. “Desde pequeño he trabajado en el Magdalena como pescador o chalupero, hay días que esto se mueve y hay buen trabajo, pero hay otros días en el que no me alcanza ni para comprar un huevo para mi esposa, mi hija y para mí. Ahora más que nunca me siento más apretado porque como no tengo ni casita propia, ni finquita, ni bote, me toca rebuscármela en el Magdalena, para al menos recoger 250.000 pesos mensuales y girarle a mi hija que en el momento se encuentra en la Dorada en casa de su Tía materna estudiando ingeniería de petróleo en la Universidad La Dorada. Anteriormente cuando funcionaba el ferrocarril había mucho trabajo en Puerto Berrío, se cosechaba maíz, ajonjolí, cacao, plátano, había transporte y turismo, pero ahora todo se acabó, solo quedó poca cosecha, uno que otro bote y en temporada unos cuantos pesitos demás por el turismo. Para la fecha de 1970, mi esposa y yo vivíamos muy cómodamente en una finquita que me había dejado de herencia mis padres, pero para la fecha de hoy la perdí por falta de presupuestos para pagar los impuestos, así que nos tocó mudarnos para una casita en Tulipanes, no contamos con buenas comodidades, pero gracias al de arriba tenemos agua potable, luz y comidita”. Contó Don Jesús Alberto tras terminar de comer y limpiar la canoa, que en el momento estaba a punto de estancarse por el agua del rio magdalena que se entraba por los pequeños agujeros que tenía esta gran canoa. Fue difícil conservar la buenas imágenes que apreciaba mientras escuchaba con ansias las historias de Don Jesús Alberto, porque era tanto el calor y la presión del agua sobre el vote, que me movían y no dejaban que la cámara capturará la buena visión que en ese instante percibía mis ojos. El olor fétido del Magdalena provocó en mí la curiosidad de saber si este personaje quizás en algún momento de su vida había caído en el feroz y desagradable río, así que de forma más amena pregunté y me respondió muy frescamente que un 10 de enero del 2010, se hundió con 8 pasajeros, pero que gracias a la virgen y al de arriba salió sano y salvo, pues en algún momento pensó que si no se ahogaba a lo mejor un caimán o un animal raro del Magdalena acabarían con su vida. No alcanzaría yo a imaginar que fuera de mí, si esta canoa de dos metros llegase a voltear, no sé nadar y me da fobia al pensar que estaría sumergida en el agua por aproximadamente 9 o 15 metros de altura, que personaje más “Berraco”, pensé en mis adentros, porque estoy más que segura que si algún día me llegase a pasar me ahogaría antes de que un héroe llegará en busca de mi rescate.




Pasión por el arte y la fotografía